Nueva York, 18 de marzo. Los temas de raza y racismo en Estados Unidos finalmente irrumpieron en el escenario electoral después de permanecer apenas bajo la superficie en los meses que llevan las campañas de precandidatos, no obstante la presencia del primer aspirante afroestadunidense con posibilidades de ganar la Casa Blanca.

La disputa cada vez más fuerte sobre lo que críticos consideran “declaraciones controversiales” en los últimos años del pastor religioso de Barack Obama en Chicago, en las que califica a Estados Unidos de país racista con autoridades corruptas y criminales, ha amenazado con descarrilar la campaña del precandidato demócrata, quien hoy fue obligado a enfrentar de manera directa cuestiones de raza y racismo durante un discurso en Filadelfia.

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    Aunque criticó algunas de las declaraciones de su ex pastor, el reverendo Jeremiah Wright Jr., y se distanció de otras, Obama colocó esto en el contexto de la historia y la experiencia negra en Estados Unidos, algo sobre lo que no había profundizado hasta ahora.

    Recordó que tiene familiares de varias razas, evocó su origen biracial y mencionó que está casado con una mujer negra “que lleva sangre de esclavos y de dueños de esclavos”.

    Invitó a que los estadunidenses “superen algunas de nuestras viejas heridas raciales”, pero a la vez afirmó que el tema de la raza es algo que “no podemos permitirnos ignorar hoy día”, ya que nunca se ha logrado resolver de manera fundamental. Describió algunos de los elementos históricos que han generado “ira y amargura” en la comunidad afroestadunidense, y subrayó que “esa ira es real; es poderosa. Y el simple deseo de que se desvanezca o el condenarla sin entender sus raíces, sólo sirve para ampliar la brecha del no entendimiento entre las razas”.

    Al señalar que esa ira y resentimiento también existen en algunos sectores blancos, indicó que eso únicamente servía para distraer la atención “de los verdaderos responsables” de las crecientes presiones sobre ambas comunidades. Estos responsables, detalló, son parte de una cultura empresarial corrupta, del poder de ciertos intereses especiales y de “políticas económicas que favorecen a los pocos sobre los muchos”.

    Condenó algunas de las declaraciones del pastor Wright que han sido calificadas de incendiarias, dijo que “no son sólo equivocadas, sino divisorias, en un momento en el que necesitamos unidad”. Recordó que aunque fue el guía que lo llevó a su fe cristiana en la Trinity United Church of Christ, en la sección pobre de Chicago, y que fue quien lo casó y bautizó a sus hijos, no estaba de acuerdo con algunos de sus sermones ni con otras de sus declaraciones.

    Entre algunos fragmentos de declaraciones de Wright que se han difundido en Internet y otros medios, hay afirmaciones de que los atentados del 11-S fueron resultado de las políticas estadunidenses, y que el himno patriótico God Bless America (Dios bendiga a América) debería ser cantado por negros como “Dios condene a América” por la historia de esclavitud y discriminación que han sufrido durante siglos en este país.

    Pero al condenar algunas de las frases, Obama subrayó que se tenían que entender dentro del contexto racial del país, y por lo tanto, también afirmó que aunque la cosa “políticamente segura” que se debería de hacer es tratar de evadir esta controversia y descalificar a Wright, no lo haría. “No puedo desconocerlo (a Wright) al igual que no podría desconocer a la comunidad negra. No puedo desconocerlo, al igual que no podría desconocer a mi propia abuela blanca… una mujer que me ama más que cualquier otra cosa en este mundo, pero una mujer que una vez me confesó su temor de los hombres negros que pasaban frente a ella en la calle…”

    En su discurso de 45 minutos redactado por él después de una semana en la que se intensificó el cuestionamiento hacia Obama por su relación con Wright, el precandidato demócrata ofreció sus más extensos comentarios sobre uno de los grandes temas de este país, y uno que, a veces a susurros, a veces a gritos, lo ha acompañado desde un inicio.

    Para un veterano observador y participante en debates sobre asuntos raciales, “todo esto revela la obvia verdad de que los blancos y los negros no viven en el mismo país y en gran medida no hablan entre sí, y que muy poco está resuelto”, dijo en comentarios a La Jornada. “Esto pone de nuevo en la mesa lo que muchos aquí piensan: que por el racismo que prevalece en este país hay un amplio sector blanco que jamás votará por un negro”.

    Sin embargo, eso es justo lo que está en juego en la apuesta de Obama, quien ha insistido que los estadunidenses están hartos de la política en Washington, que hay hambre de cambio, y que el apoyo por su mensaje sí demuestra la voluntad para superar las divisiones que han obstaculizado ese cambio.

    La presencia de Obama en esta elección es de alguna manera una prueba que podría demostrar si en verdad este pueblo está listo para ese “cambio”.